Un bocado de cañones gruesos, desveno poco pronunciado y camas cortas, es siempre suave.
Los romanos utilizaban uno muy semejante al actual filete, que según Scheffer, debió tener una especie de barbada.
En la Alta Edad Media, hasta el siglo XIII, el caballo con su barda de mallas, sólo usaba el bridón como una rienda.
Pero a finales del siglo XIV apareció una especie de bocado con dos riendas, que pronto se generalizó, adoptando las formas más diversas y caprichosas.
Estos bocados con el desveno exageradamente alto, eran muy fuertes; lo cual no es extraño, pues así se necesitaban para los torneos.
Esta moda subsistió hasta muy entrado el siglo XVIII, a partir de cuya época fueron poco a poco desechándose los bocados de formas extravagantes y creándose nuevos tipos, más suaves, que han ido sucesivamente perfeccionándose.
El hipólogo español Juan Segundo, inventó un sistema de bocados y estableció los principios fundamentales a los que debe sujetarse su uso.