Se basaba en centrales telefónicas (ahora obsoletas) controladas por relés mecánicos.
La black box colocaba una resistencia en serie con la línea, de modo que el voltaje fuera del gancho estaba más cerca de -36V: lo suficiente para detener el timbre, pero no lo suficiente para activar la facturación.
[2] Una llamada originada en un teléfono equipado con una black box seguiría siendo cobrada por la compañía telefónica a menos que se desplegara algún método para eludir el cobro de la llamada.
A veces varios amigos incorporaban una black box en cada uno de sus teléfonos para poder mantener largas conversaciones entre ellos sin tener que pagar por ellas.
Los sistemas de conmutación electrónica hicieron obsoletas las black boxes, ya que no se estableció ninguna ruta de audio hasta que se respondió a la llamada.