La Suecia en la que Birgitta Trotzig inició su carrera literaria estaba dominada por el nihilismo de la posguerra.
Cultivó una “poética fronteriza” de carácter religioso y existencial.
Se propuso escribir un libro puramente estético, pero no escapa a la consideración de que la estética es siempre en esencia ética, en tanto elabora la relación con la realidad.
Tuvo largas estancias en París durante las cuales adoptó una posición ideológica distanciada de la predominante en los años 60.
Fue también autora de textos ensayísticos que en general no mantienen una separación estricta con la literatura, y en los que ha reflexionado sobre la obra literaria propia y ajena: Utkast och förslag (1962), Jaget och världen (1977) -que contiene reflexiones fundamentalmente sobre su propia obra- y Retratos.