Trabajó tres años en la firma Baccarat antes de establecer su propio negocio.
Trabajó sobre todo con chiffon, pero también confeccionó vestidos de punto, con bordados y aplicaciones.
A finales de los 1970 tuvo que cerrar la empresa debido a dificultades económicas, pero continuó diseñando de forma individual, siempre con el exotismo como uno de sus principales signos distintivos.
[1] Gibb supo aunar la alta costura con la moda hippy de su tiempo, con un aire romántico y gusto por las telas preciosas y los estampados policromados.
En 1970 ganó el premio Diseñador del Año de Vogue.