La vieja ciudad estaba ubicada en la confluencia de las cuencas del Saona, Yonne, Sena y Loira.
[1] Esta última versión es, sin embargo, más incierta, tanto desde un punto de vista estratégico como histórico.
Otra explicación podría provenir de tres inscripciones dedicadas a la diosa Bibracte que fueron halladas en Autun en el siglo XVII.
A partir del siglo XVI, nació entre los investigadores, aristócratas y religiosos un deseo de conocer su pasado.
Esta última se apoyaba en tres importantes argumentos: En términos generales, fue la hipótesis de Autun la que recibió una mayor aprobación en un principio.
De hecho, Bulliot fue visitado por un funcionario del emperador llamado Stoffel, al que Napoleón había encargado efectuar las excavaciones en la zona donde se produjo la victoria romana sobre los helvecios.
Y paulatinamente fueron incorporados en lo que en un futuro llegaría a ser el Imperio romano.
Se han aventurado dos hipótesis sobre que el abandono del lugar fue progresivo durante algunos decenios.
[3] Entre los siglos XV y XVI, un convento de los franciscanos conventuales se levantó en el monte Beuvray.
Julio César menciona también las guerras que enfrentaron a los heduos con los arvernos y los sécuanos por la hegemonía sobre una gran parte de la Galia.
Dicha confederación estaba formada por: Demográficamente, las estimaciones arqueológicas cifran la población del Beuvray entre 5000 y 10 000 personas en su momento más álgido.
De hecho, los heduos y los sécuanos se disputaron el control del Arar,[17] pues el control del río permitía cobrar impuestos a los productos celtas y romanos que lo atravesaban para luego dirigirse al norte.
Además, se cree que el vergobreto era responsable de la administración del territorio.
El modesto «Hôtel des Gaules» hospedó a su descubridor y ha sido reconstruido con posterioridad.
Murió durante la Primera Guerra Mundial, y las excavaciones cayeron en el olvido.
La rudimentaria técnica de prospección empleada por Bulliot consistía en observar los accidentes del terreno, pues el monte no había evolucionado prácticamente desde esa época.
Solo una cuarta parte de la antigua dimensión del Porrey se ha conservado hasta nuestros días.
En 2007 se empleó una técnica mucho más rápida aunque también más cara: el escáner láser aerotransportado,[23] que permite anular la influencia de la vegetación e investigar en pocos minutos lo que normalmente supondría varias semanas.
Estas excavaciones arqueológicas han revelado que la muralla tenía una altura de 4 a 5 metros sin el remate, desconocido aún (¿empalizadas, torres...?
Dicha empalizada ha sido objeto de una reconstrucción en 1996 que marcó la entrada ahora del antiguo oppidum.
Paralelamente, los enclaves funerarios aristocráticos han sido hallados en las dos líneas de murallas.
El trabajo de los metales parece que era muy especializado, pues allí había herreros, broncistas y esmaltadores, orfebres y acuñadores de monedas, cuyos talleres habían sido ya señalizados por Bulliot.
Este barrio será objeto de futuras campañas arqueológicas que intentarán determinar su funcionamiento.
La evacuación de las aguas se hacía por la entrada norte, y más abajo continuaba mediante una canalización.
Todo esto concuerda con hacer de este estanque un monumento no habitual en la arquitectura celta.
[23] Es probable que se situaran otros cementerios en las antiguas vías de acceso al lugar, tal y como ocurre actualmente, pero no se ha realizado ningún intento para hallar los restos que prueben su existencia.
Construcción arquitectónica: base de piedra tallada, muro pulido y tejado metálico.
Las fachadas son grandes ventanales, uno está oculto por el muro (lado del valle), y el que está frente al yacimiento goza de patios disponibles a la mirada de los visitantes.
Se exponen réplicas u objetos de la vida cotidiana; tales como joyas, urnas funerarias o herramientas artesanales.
[41] Según este sector de la comunidad científica, Bibracte se localizaría en Mont-Saint-Vincent (Saona y Loira).