Pero ni aun este asilo le habría servido, si Vishnú no hubiese venido en su socorro.
Vishnú accedió, pero Shivá apenas la vio se enamoró ciegamente de ella.
Sin embargo no podía acercarse a ella, corrió por todo el mundo en su persecución.
[3] Sin embargo su pasión no fue infructuosa, puesto que Mojiní quedó embarazada y dio a luz a un hermoso niño que se llamó Hari-Hara-Putra (Vishnú-Shiva-Hijo).
Más tarde este se identificó con Sasta o Aiyappa, un dios tribal célibe de Keralá, cuyo culto actualmente es enorme en toda la India.