En la primera mitad del siglo XVI, siguiendo las complejas vicisitudes político-militares del ducado de Milán, Bellinzona fue cedida por los franceses a los confederados suizos.
La ciudad será controlada como bailía (especie de colonia) hasta finales del siglo XVIII cuando Napoleón invade el territorio suizo, obligando la creación de dos cantones soberanos en el sur, los cantones de Bellinzona y Lugano, que luego se fusionarían en 1803 para dar vida al cantón del Tesino.
Bellinzona se encuentra situada en el centro de cantón, justo a orillas del río Tesino.
La localidad se encuentra en una posición privilegiada de pasos.
Bellinzona es famosa por sus tres castillos: Castelgrande, Montebello y Sasso Corbaro, los cuales pertenecen desde el año 2000 al Patrimonio de la Humanidad de la Unesco, en conjunto con la muralla del antiguo burgo.