Antes del auge de los persas, los lidios habían acordado con los medos establecer la frontera entre ambas potencias en el río Halis (el actual Kizil Irmak).
Antes de enfrentarse a ellos, Creso envió un mensajero al Oráculo de Delfos, que le respondió que si cruzaba el río Halis con un ejército, destruiría un imperio.
[1] Alentado por la profecía, llevó su ejército desde su capital Sardes hacia el Este, cruzando el Halis y tomando la ciudad de Pteria, esclavizando a sus ciudadanos.
Según Heródoto, las fuerzas lidias eran muy inferiores a las rivales, y tras sufrir ambos bandos grandes pérdidas, Creso decidió retirarse hacia Sardes.
[2] Esta derrota táctica de Creso implicaría a la larga que el vaticinio del Oráculo se cumpliera efectivamente: al cruzar el río Halis, Creso había propiciado la caída de un imperio, el suyo.