Batalla de Gibraltar (1563)

Es en este punto aprovechando la dispersión de los españoles que los ingleses aprovecharon la oportunidad para ir hacia aguas de Gibraltar (por entonces española) y se atrevieron a combatir y abordar a un mercante francés dentro del mismo puerto de Gibraltar, violando flagrantemente las aguas españolas.

Para mayor insulto, un alguacil español que intentó mediar entre ambos fue tomado de rehén por la flota inglesa.

La batalla era desigual, ya que las naos sumarían 200 cañones entre todas, mientras que las galeras sólo contaban con 25, pero la destreza de Bazán compensó la desventaja y terminó con las ocho embarcaciones británicas apresadas.

La actuación de Bazán se conoció en toda Europa, principalmente en Inglaterra, cuyo embajador Sir Thomas Chaloner pidió su liberación, afirmando que los capturados eran mercaderes agredidos por la nave francesa y que no se habían resistido al arresto.

Por las leyes dictadas por Felipe II, al ser súbditos de reyes con los que estaba en paz, se convertían en piratas y sus penas estaban muy claras, mientras que los buques, al no llevar bandera reconocible, se quedaban en poder del Monarca para sufragar por medio de su venta los gastos ocasionados por su ataque.