Tras las noticias del desembarco, los voluntarios irlandeses empezaron a llegar al campamento francés desde todo Mayo.
El Lord Teniente de Irlanda, Lord Cornwallis, solicitó refuerzos urgentes a Inglaterra pero mientras tanto todas las fuerzas disponibles fueron concentradas en Castlebar bajo el mando de Gerard Lake, el vencedor en Vinegar Hill.
Los rebeldes consiguieron avanzar y cuando los exploradores detectaron al enemigo, los británicos tuvieron que cambiar apresuradamente de planes para afrontar el ataque.
Una unidad de caballería e infantería regular británica intentaron resistir, pero fueron rápidamente superados.
Durante su huida, los británicos dejaron atrás gran cantidad de armas y suministros, entre las que se incluía el equipaje personal del General Lake.
Los británicos sufrieron 350 bajas, entre las cuales 80 fueron muertos, y el resto heridos o prisioneros, incluyendo quizás 150 que se pasaron a los republicanos.
Los irlandeses prosiguieron la lucha hasta que comenzaron a dispersarse; 200 fueron capturados y 500 asesinados.