Recibió ese nombre por el bullicio que solía producirse por las noches, antes del derribo de las murallas cuando cerraban las puertas de la ciudad.
[1] Los marineros no podían acceder a sus casas en La Parte Vieja y se quedaban en las tabernas del puerto a pernoctar.
Las casas actuales se construyeron dentro de un plan de reforma del puerto en 1855 y proyectado por el ingeniero Manuel Peironcely.
[2] Las casas se construyeron iguales, encaladas de blanco y sin levantes.
Baste recordar al héroe marino José María Zubía, conocido como Aita Mari, que era vecino de La Jarana, fallecido en un rescate en 1866.