La visión humana se basa en la percepción de dos imágenes ligeramente distintas en una misma escena, cada una de ellas capturadas por cada ojo y procesada finalmente por el cerebro para añadir la profundidad.
Las regiones acostumbran ser paralelogramos debido a su fácil distribución en forma de columnas y siguiendo una simetría para que cada ojo visualice únicamente una imagen.
Cuando el observador se coloca en la ventana de visualización el ojo derecho percibirá una imagen 2D mientras que el ojo izquierdo percibirá otra imagen 2D diferente.
En ese momento nuestro cerebro procesará las imágenes percibiendo el 3D.
[2] La gran desventaja de este sistema es que tenemos que estar en una posición fija para poder ver con claridad nuestra imagen y el ángulo de visión siempre es limitado.