Baraka es una película puramente visual dirigida por Ron Fricke y producida por Mark Magidson en 1992.
Aunque generalmente es calificada como documental, la película pertenece a un nuevo estilo de cinematografía, cuyos máximos exponentes son Koyaanisqatsi (1982), Baraka y su secuela, Samsara (2011).
Todas estas cintas concentran su poder narrativo en una mezcla, aparentemente casual, de imágenes, música y sonidos naturales o artificiales.
Asimismo, comparten una visión propia de los umbrales de un nuevo siglo: la reflexión sobre las complejas relaciones que los seres humanos hemos establecido con la naturaleza y con los medios ambientes que hemos creado.
Las composiciones de Michael Stearns contribuyen a aumentar la intensidad con que se perciben las imágenes de la cinta, proporcionando al espectador una experiencia casi extra-sensorial.