; en primer lugar tenemos que precisar que la etapa autónoma de Bagua comprende desde el inicio de la historia en esta parte del nororiente peruano hasta la invasión española del Siglo XVI.
La historia de Bagua comienza con la llegada de los primeros hombres a estas tierras, por los hallazgos arqueológicos, se sabe que la ocupación humana de Bagua es muy antigua; los primeros humanos llegaron durante el período Lítico (12000–6000a.n.e) en un estado cultural de recolectores indiferenciados, luego debido a la experiencia acumulada y a los cambios climáticos y faunísticos estos grupos humanos se convirtieron en cazadores avanzados adaptándose al medio en que vivían; éstos grupos sociales se organizan formando hordas.
Según la información de Jaime Miasta Gutiérrez a este período corresponden las pinturas rupestres encontradas en las provincias de Bagua, Utcubamba y Luya; relacionándose con las pinturas encontradas en Lauricocha y Toquepala, correspondiendo al denominado Paleolítico Superior.
Luego del periodo Arcaico se ingresa al Formativo o Primer Horizonte (2000a.n.e.-100a.n.e.
), en Bagua vivían los tomependa, los bagua, copallín y los lomas (pecas) se encuentran conformando las veintidós etnias que poblaban las riberas de los ríos Chuquimayo (Chinchipe), Marañón (Jatunmayo), Chamaya, Tabaconas, Chirinos y la parte baja y desembocadura del Utcubamba (Espinoza Soriano:1986), estos grupos étnicos tenían características similares; la economía de estas etnias se basaban en la agricultura poco desarrollada, caza, pesca y recolección, por lo tanto en su modo de producción predominaban todavía rasgos de la Comunidad Primitiva.
Socialmente se organizaban en grupos sociales pequeños de 10, 20, 30, 50 o 100 personas; vivían en chozas rústicas, como lo indica Waldemar Espinoza: «En Nehipe, Tomependa y Bagua fueron ramadas sujetas a horcones, con el cobertizo de paja.
Es necesario precisar que en esta zona (actuales provincias de San Ignacio, Jaén y Bagua)existieron las veintidós etnias mencionadas como lo prueba Waldemar Espinoza con sus investigaciones en archivos y crónicas; es errónea, entonces, como lo manifiesta Figueroa Luna y Montoya Peralta, la tesis del padre jesuita José Martín Cuesta en su libro Jaén de Bracamoros (1984) al sostener que este territorio era ocupado por los pakamuros o bracamoros, según Espinoza Soriano el nombre de pakamuros o bracamoros corresponde a un grupo étnico situado en el río Zamora (Ecuador) y erróneamente las autoridades españolas que no visitaron Jaén le asignaron este nombre a la ciudad de San Leandro de Jaén, que así paulatinamente pasó a ser llamada Jaén de Bracamoros.
Cuesta, llama Jaén de Bracamoros a esta provincia porque así llamaron los invasores españoles a esta extensa zona cuya parte norteña estaría hoy en el Ecuador y la sureña en las provincias de San Ignacio, Jaén, Cutervo y Bagua.