Estos primeros pobladores cuando abandonaron estos recintos fortificados serían los que fundaron las primeras aldeas que después en la Alta Edad Media pasaron a formar parte de la parroquia.
Así el lugar de Queo ya aparece citado en la primera mitad del siglo X y como este habría otros más, establecidos en este espacio territorial.
En el siglo XV, Bértoa xa aparece documentada bajo la advocación de Santa María, que se mantiene hasta la actualidad.
Esta localización pudo tener que ver con el origen del topónimo Bértoa, tal como nos indica Cabeza Quiles, experto en la materia, pues es posible que proceda de la base prerromana “Bhertula”, cuya raíz “bher”, significa abrollar o fluir agua, seguramente en relación con las aguas del río Allones que discurren muy próximas.
Uno de ellos era de cubo y molía con una rueda la tercera parte del año; estaba situado en el sitio Da Eiroa y se le regulaba su producto anual en 66 reales al año.
El valor del mismo ascendía a 60 reales al año.
Entre los seglares había un tabernero, que tenía al año un beneficio en 200 reales; 1 sastre, con dos aprendices (el sastre ganaba dos reales diarios y cada aprendiz, uno); 2 zapateros, padre e hijo, ganando el padre 3 reales al día y el hijo, 2; 1 arrendador de los frutos de doña Micaela, al que se le regulaban 200 reales de ganancia al año; 1 arrendatario de los efectos del voto, con una utilidad anual de 300 reales.
No había jornaleros fijos, pero cuando algún labrador trabajaba como tal, ganaba 2 reales al día.