Asimismo, se crearon varias páginas de Facebook dedicadas a insultarla.
En uno de los versos se lee: «Somos un pueblo que mata la humillación y asesina la miseria.
Durante esa llamada, la estudiante admitió que había sido forzada a firmar una confesión falsa.
Durante el periodo de su detención, la azotaron en la cara con cables eléctricos y fue retenida durante nueve días en una celda muy pequeña y casi helada, donde el aire acondicionado había sido orientado hacia ella hasta con el fin de provocarle hipotermia.
De la misma manera, durante todo este tiempo, la policía no llevó a cabo ningún interrogatorio oficial.
En una entrevista con el periódico The Independent, Al-Qurmezi dijo que, aunque las personas que la interrogaron intentaron vendarle los ojos, alcanzó a ver a una mujer de unos cuarenta años vestida de civil golpeándole la cabeza con un bastón.
Fue acusada de haber participado en manifestaciones ilegales, alterando así la seguridad pública y por hacer apología del odio al régimen.
En octubre del mismo año, su condena no había sido revocada y seguía encarcelada en su casa.
Asimismo, su familia temía que pudiese regresar a la cárcel en cualquier momento, ya que no había recibido un indulto oficial y su condena no había sido revocada en apelación.