Avenida de los Baobabs

[2]​[3]​ La zona es el último vestigio del bosque seco que cubría Madagascar occidental, junto a dos humedales protegidos por el Ramsar, hogar de diferentes especies de fauna.

Según la leyenda local, los dos baobabs personifican el amor imposible entre una joven pareja de dos aldeas próximas, que pidieron a su dios poder vivir juntos.

[5]​ En 2018 el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF) dio la voz de alarma.

[6]​ En 2018, Fanamby, una organización no gubernamental malgache, junto con los parques nacionales de Madagascar, WWF y otras organizaciones medioambientales, se movilizaron para concienciar al público y a las autoridades.

[7]​ Entre las medidas adoptadas se encuentra el Global Forest Watch 2.0 Project, un sistema de monitorización global de bosques casi en tiempo real.