Los iraquíes utilizaron para su retirada cualquier vehículo disponible, no solo militares, sino también autobuses, coches, furgonetas o camiones, cualquier vehículo que les pudiese llevar de vuelta a su país.
La aviación del ejército norteamericano atacó a los vehículos de cabeza y de cola, formando un enorme embotellamiento en el que pudieron acabar con todo el convoy.
Durante horas, machacaron la carretera, volviendo a la acción tan rápido como eran rearmados en sus bases, destrozando vehículos, convirtiendo los tanques en chatarra, y los vehículos en montones de metal ennegrecido por el fuego.
Con lo cual llega la controversia; ya que se acusa a Estados Unidos por esta acción considerada un crimen de guerra.
Asimismo también se afirma que entre los huidos había civiles, volviendo a quebrantar la citada Convención.