Los valores considerados varían según el espacio geográfico o temporal en el que los bienes patrimoniales estén insertos.
Así pues, estos valores pueden tener impactos positivos y negativos sobre el bien cultural, por lo tanto, el conjunto de estos valores debe ser considerado como una estructura útil y una referencia dentro de una evaluación detallada que determine la autenticidad del bien.
Si hay un reconocimiento que destaque una relevancia universal del bien, debe definirse sobre el aspecto y esencia histórica, es decir, en su potencial arqueológico.
Si se determina que un bien tienes determinadas características relevantes de aspecto político, puede ayudar a recaudar fondos y atraer la atención del público; una acción política en una dirección desacertada puede llevar a la destrucción dicho bien.
El uso adecuado de este bien favorece su conservación, por otro lado, una errónea adaptación suele causar la degradación del mismo.
La protección se entiende como las acciones que proveen las condiciones para que un monumento, área o sitio histórico perduren, sin embargo, también se concibe como la salvaguardia física de sitios históricos para asegurar su integridad contra robo, vandalismo, fenómenos naturales, intrusiones visuales entre otros.
No obstante, La carta a Venecia brinda una definición específica tal como lo indica el Artículo 9-13, donde se especifica que la restauración no busca solamente conservar la integridad del bien cultural, también revela su valor cultural y mejora la legibilidad de su diseño.
deben garantizar la autenticidad del sitio cultural, prolongando así la duración de su integridad y preparándolo para su interpretación.
Dicha reconstrucción se debe basar en investigaciones detalladas desde las disciplinas de la arquitectura y la arqueología.