Un día, se envalentonó y mostró a Hugo una epístola en verso en la que confesaba sus ambiciones literarias.
Hugo le dijo que estaba esperando su visita y luego lo invitó, con Paul Meurice, a cenar todas las semanas en su casa.
Durante la Comuna, en 1871, escribió editoriales en el periódico Le Rappel en las que expresó su admiración por los comuneros mientras predicaba la conciliación con Versalles.
Sin embargo, siguió una doble carrera, periodística y literaria, visitando frecuentemente a la familia de Hugo durante los años del exilio.
Gustave Flaubert habla de él con un tono a la vez desdeñoso y benevolente: