Es una de las caracterizadas por tintes patrióticos y que dieron fama a Verdi como compositor político.
La hija de este, Odabella, se encuentra entre los prisioneros, y ha jurado vengar a su padre matando al conquistador (“Santo di patria indefinito amor”).
El general romano Aecio sabe que el emperador es débil y quiere, al menos, salvar Italia.
Cuando avanza sobre Roma, le sale al paso el Papa León I, en quien Atila reconoce al hombre de su sueño, y el Papa le dirige esas palabras, por lo que renuncia a tomar la ciudad y firma una tregua con los romanos.
Odabella advierte a Atila de que existe una conjura para envenenarlo, y lo hace porque quiere matarlo ella misma.
Aecio y Atila llegan a un pacto, el rey de los hunos jura que no conquistará Roma (“O sposa, t’allieta”).