En esos menesteres se hallaba, cuando recibió la ordenación por la Oficina Central para fundar la obra en la República de Panamá.
Sin techo, durmiendo en parques, sótanos o a la intemperie; este varón de Dios no descansaba en su misión celestial.
Selvas, valles, montañas y ciudades fueron testigos del trabajo de este misionero ejemplar.
Estableció su oficina nacional en la ciudad de Panamá en el año 1955, desde donde dirigía y guiaba tan grandiosa obra.
Su desaparición física consternó a toda la feligresía, llenándolos de tristeza y dolor.