La agudización del proceso revolucionario en Rusia preocupaba a los mandatarios rumanos, que dependían tanto de las divisiones rusas como del armamento francobritánico que les llegaba a través de Rusia para sostener el frente.
[2] Los Gobiernos aliados occidentales insistieron en que los rumanos se mantuviesen en el conflicto, pero tanto a los embajadores de la Entente en Iaşi como al jefe de la misión militar francesa, el general Henri Mathias Berthelot y a los responsables políticos y militares rumanos, les pareció inviable.
[3] La retirada a Besarabia y Ucrania que exigía el primer ministro francés Georges Clemenceau exigía unas vías de comunicación y una logística (alojamiento, víveres, abrigo en el duro invierno de la región) que no existían.
[5] Este propuso tratar con los representantes enemigos en la localidad rumana de Focșani.
[6] El rápido acuerdo, alcanzado porque todas las partes deseaban pactar cuanto antes, permitió a los rumanos disponer de tropas para ocupar la vecina Besarabia.