Los planos originales, depositados en Madrid, se perdieron debido a la Guerra civil española.
[2] En 1938, el presidente Óscar R. Benavides y su ministro de Fomento, Héctor Boza, ordenaron la demolición del monumento, aludiendo problemas de tránsito que éste ocasionaba, y para ampliar la avenida Arequipa.
La destrucción con dinamita al año siguiente,[2] causó malestar en la colonia hispana, e incluso algunos interpretaron la orden de Benavides como un acto de venganza política contra el expresidente Leguía.
Al ser rechazada su moción, reubicó su propuesta a la salida de la Vía Expresa, luego en el óvalo Higuereta.
Le ofrecieron reinstalarlo en la avenida Argentina, pero consideró que no era una buena opción.