Su temperamento rebelde chocó inmediatamente con la realidad social y decide ingresar en las filas del Partido Comunista.
El paro en el puerto duró diecinueve días, durante los cuales Aracelio intervino activamente en las luchas y formó parte del Comité de Huelga.
El contratista Blas Pérez Rojas de la United Fruit Company pretendió romper el movimiento.
Delatado por agentes patronales, la policía tendió un cerco para arrestarlo, pero logró evadir la acción de sus perseguidores.
En 1937 fue puesto en libertad y se reincorporó inmediatamente a sus actividades sindicales entre los trabajadores del puerto de La Habana asumiendo la lucha contra los “contratistas”, que pretendían pagar salarios de hambre, inferiores a los que establecían las Tarifas.
Durante 1939-1940 resultó elegido secretario general del Sindicato, cargo que desempeñó hasta el momento de su asesinato.
También miembro del Comité Ejecutivo de la Federación Obrera Marítima Nacional, Aun cuando el Sindicato obtuvo importantes victorias, todavía en el puerto prevalecía una situación anormal.
Allí Aracelio presentó sus pruebas lo cual trajo como consecuencia que destituyeran del cargo al jefe de la Policía Marítima.
Minutos después llegaban al local donde estaban reunidos, el abogado del Sindicato y José Morera, secretario organizador de la CTC.
Convenidos los puntos que estarían contenidos en la exposición, el letrado abandonó el local para redactar el documento esa misma mañana.
Terminada la reunión y cuando conversaba despreocupado con sus compañeros, ya próximo a marcharse, los pistoleros en acecho, de forma sorpresiva, irrumpieron violentamente en el local, disparando sus armas sobre Iglesias que, gravemente herido, pudo aún levantarse y volverse de frente hacia sus agresores.