Como uno de los cuatro Dioses Dragón, Ao Kuang reclama tributos a aquellos que viven en las costas orientales.
Gracias a estos pagos, las mareas están en calma, los ríos se reprimen y las precipitaciones son abundantes para los cultivos.
Un día, Nezha estaba jugando en un arroyo y sin querer sacudió el palacio de Ao Kuang haciendo que éste se estremeciera.
El Dios Dragón, molesto, mandó a uno de sus centinelas favoritos para que matara al niño, pero Ne Zha, defendiéndose lo asesinó.
Totalmente frustrado, Ao Kuang se dirigió exclusivamente a ver al padre de Ne Zha y lo amenazó con llevar el asunto ante el Emperador de Jade, pero Ne Zha se enfrentó al Dios Dragón y le obligó a someterse.
Como si esto no fuera suficientemente humillante, Sun Wukong exigió más regalos, como armaduras, yelmos o zapatos.
Ao Kuang, maldiciendo y soltando injurias de todo tipo se vio obligado a regalárselos.