[1] Desde su fundación y durante siglos, la Real Capilla contó con maestros encargados de su dirección.
Estas requerirán, además de proporcionar regularmente a la capilla las composiciones estipuladas para la liturgia, el atender a la educación de los seises ("infantillos" internos en dependencias pertenecientes a la capilla que prestaban su voz y constituían una auténtica cantera musical y religiosa) y el cuidado y mantenimiento del archivo de música.
En adelante, y mientras el maestro tuvo vigor, se plasmarían en las actas continuos cruces de quejas entre el cabildo, el maestro y los demás miembros de la capilla, así como las licencias que obtuvo don Antonio para intentar acceder a otras plazas de Andalucía.
Propone un abanico de plantillas vocales que se abre desde una voz solista hasta el doble coro a ocho voces, mayormente con acompañamiento instrumental.
En ocasiones se añaden variablemente 2 clarines, una flauta obligada (2 en un aria a dúo) o un bajón.