Antimonumento

Si los monumentos tradicionales son habitualmente instalados por el Estado para que perduren y representar «discursos oficiales», el antimonumento tiene la función contraria.Así, según el antropólogo Alfonso Díaz Tovar, los antimonumentos surgen de este modo para «deconstruir» las «posturas oficiales mediante una apropiación del espacio público».Para ejemplificarlo, tomó el Monumento contra el fascismo (Hamburgo, 1986) de Jochen Gerz y Esther Shalev-Gerz.[1]​ Sin embargo, según esta clasificación, resulta complicado situar su origen, pues existen numerosas acciones que podrían calificarse como antimonumentos, al menos desde 1977.[4]​ Los antimonumentos dejan atrás aquella idea según la cual los objetos estéticos «sólo eran juzgados por su belleza, conforme a un canon artístico determinado».
El antimonumento a los 43 Normalistas desaparecidos , situado en la Ciudad de México .