[1] Es frecuente atribuir al médico naval escocés James Lind, que vivió en el siglo XVIII, la identificación de la causa del escorbuto y la manera de prevenirla y curarla añadiendo cítricos a la dieta.
Esta forma podría estar relacionada con la antigua palabra neerlandesa medieval *scôrbut (en neerlandés actual, scherbuik), la cual pudo haber sido adoptada, a través del sueco skörbjug, del nórdico skyrbjúrg.
[6] Es frecuente la anemia normocrómica y normocítica, que se debe a las hemorragias tisulares.
No se conoce con exactitud si en la patogenia de la anemia interviene también una alteración en la distribución y almacenamiento del hierro.
En los lactantes y niños pequeños, la posología adecuada es de 10 a 25 mg tres veces al día.
Variadas fuentes se contradicen sobre el escorbuto en animales de compañía, como perros y gatos.
La especie humana no puede sintetizar la vitamina C por carecer de la enzima precursora GULO.