Anna van Hees

Sus padres fueron Christiaan van Hees y Anna Maria Couwenberg.

Desde los doce años trabajó como empleada doméstica en Gilze en Rijen y en Oisterwijk.

Ingresó a la Tercera Orden Franciscana y tuvo por confesor a Jacobus Antonius Heeren.

Fue nombrada la primera superiora general del instituto.

Según su confesor, ella era objeto de diversas manifestaciones especiales de Jesús y padeció los estigmas de la corona de espinas y de los azotes, realizaba ayunos intensos, especialmente y los viernes, y muchas veces se veía a sí misma en le regazo de la Virgen María.