Angelica Catalani

Debutó en 1795 en La Fenice de Venecia con gran éxito y tras ello se presentó rápidamente por toda la península.

En 1801 aceptó un contrato por varios meses en Lisboa, en donde conoció a Paul Valabregue, un joven oficial adjunto al embajador francés en la capital portuguesa.

El público parisino la amaba; incluso, Napoleón, al oírla, quedó prendado de su voz y le prometió 100.000 francos para que permaneciera en Francia.

Luis XVIII premió su fidelidad a la Corona francesa durante la época napoleónica con un contrato por 160.000 francos y le entregó además la administración del Theatre Italien en París.

Estas características la hacían ideal para el repertorio de bravura que la soprano dominaba como nadie.

Era una cantante más instintiva que cultivada y si bien poseía una memoria asombrosa, leía música con dificultad.

Angelica Catalani.