Andeca

Andeca representó el descontento de los nobles suevos con el sometimiento a los visigodos.

Tras la muerte de su padre, el rey Miro en 583, el rey Eborico había llegado a un acuerdo de paz con Leovigildo en unas condiciones que la nobleza sueva no pudo aceptar.

El rey visigodo Leovigildo usó el conflicto dinástico como excusa para intervenir nuevamente en el reino suevo, en 585.

[1]​ Juan continúa diciendo que «tonsuró a Audeca y le dignificó con el honor del sacerdocio, después de haber ostentado la realeza».

Para Isidoro de Sevilla, esta deposición significó el fin del reino suevo, que había comenzado en 408.