Ana de Valle

Junto a él regentó un taller de encuadernación en Avilés.[2]​ En la capital catalana, un bombardeo sobre la ciudad hirió a su padre, mientras guardaban cola para retirar alimentos.Cruzó la frontera hacia un exilio que duró trece años.Residió en Narbona y posteriormente en Gierp, donde comenzó a trabajar en un taller de costura.Años más tarde, se reencontró con sus hijas, dos de ellas habían sido acogidas por un matrimonio francés y otra por una familia belga.En 1953, inició la segunda etapa de colaboraciones en la revista cultural El Bollo.
Placa conmemorativa en la fachada donde residió la poeta avilesina Ana de Valle