De joven, Adorni ya aspiraba a la vida religiosa, especialmente misionera.
Se cuenta que con siete años huyó de su casa con la intención de viajar a la India para predicar el Evangelio.
Relación de la que surgieron seis hijos, de los cuales solo uno, llamado Lorenzo, sobrevivió a la infancia y en su juventud se hizo monje benedictino.
Sin embargo por consejo de su confesor no ingresó a ningún instituto religioso existente y se consagró como viuda a la atención de las mujeres encarceladas.
Para el instituto adquirieron un antiguo convento en Parma en 1856, donde hicieron vida comunitaria, la cual terminó por constituirse en el Instituto del Buen Pastor, dedicado a las mujeres encarceladas.