Los amortiguadores sísmicos funcionan absorbiendo y disipando la energía cinética producida por un sismo.
Al convertir esta energía en calor u otras formas, disminuyen la amplitud de las vibraciones y reducen las fuerzas internas que actúan sobre la estructura, minimizando posibles daños estructurales.
Los amortiguadores sísmicos son ampliamente utilizados en edificaciones y puentes ubicados en zonas de alta actividad sísmica, especialmente en países del Cinturón de Fuego del Pacífico como Chile, Japón y los Estados Unidos.
Su implementación es crucial para garantizar la seguridad estructural y la funcionalidad post-sismo de infraestructuras vitales.
Estos dispositivos suelen emplearse en conjunto con otros sistemas de protección sísmica, como el aislamiento sísmico, para maximizar la reducción de las fuerzas transmitidas a la estructura durante un terremoto.