Influido inicialmente por el estilo de Boccaccio Boccaccino, sin embargo fue decisiva la colaboración con su colega más veterano, Girolamo Romanino, de quien es posible fuera alumno.
Muestra una energía desbordante, que confiere a su trabajo un ritmo convulso que combina el talento ornamental con una gran expresividad.
Melone vuelve sobre sus pasos y se refugia en el estilo marcado por sus predecesores, tomando algunas ideas de grabados de Durero.
En la siguiente década, parece que volvió a tomar el pulso del arte más avanzado en su momento.
En sus últimas obras se aleja de la influencia de Romanino para caer en los brazos del rafaelismo emiliano.