Fue bien recibido por la crítica europea y mexicana que lo consideró un joven pintor de carrera prometedora.
A lo largo de su desarrollo como artista, Ramos Martínez mantuvo una trayectoria sólida apreciada por varios funcionarios públicos tanto en Estados Unidos como en México.
El prestigio que adquirió gracias a su trabajo le permitió exponer en varias muestras parisinas.
Conoció también a personajes como Isadora Duncan, Paul Verlaine, Eleonora Duse, Rémy de Gourmomont y Ana Pavlova.
La imagen muestra a una pareja de dorada piel y marcados rasgos indígenas.
Al fondo de la composición y como una armonía cromática destacable se observan diversos frutos tropicales.
La dignidad de las miradas se acentúa gracias a las líneas diagonales que conforman las cejas.
La pieza parece un grabado de madera debido a la técnica que el maestro impulsó y trabajó.
El futuro de Federico Cantú está en París, dijo el maestro Alfredo Ramos Martínez.