El lujo al que se asocian las alfombras persas forma un sorprendente contraste con sus modestos inicios entre las tribus nómadas de Persia.
Los artesanos utilizaban los insectos, las plantas, las raíces, las cortezas y otros temas como fuente de inspiración.
Por esto, los arqueólogos no han podido realizar descubrimientos interesantes sobre los restos más antiguos.
Las pruebas de carbono 14 demuestran que la alfombra Pazyryk se tejió en el siglo V a. C..
Según Kurt Erdmann, las alfombras de Oriente no se importaron a Europa antes del siglo XIII.
Las alfombras que adquirían los europeos eran demasiado valiosas para ponerlas en el suelo, tal como se hacía en Oriente.
Los términos usados en los inventarios venecianos muestran que las alfombras se ponían sobre mesas (tapedi da desco, tapedi da tavola) o arcones que servían de asiento (tapedi da cassa);[1] las pinturas europeas confirman estos usos[2] (véase el Retrato de un senador de L. Bassano).
Las inscripciones (véase aquí) son una valiosa indicación para determinar los artesanos, los lugares de fabricación, los que hacían el encargo, etc.
Además, una vez que se ha fabricado una alfombra y permanece en un lugar determinado, permite identificar otras piezas relacionadas.
Los especialistas aceptan generalmente que fueron los Safávidas quienes hicieron evolucionar la producción artesanal de alfombras asegurada por las tribus nómadas al estado de «industria nacional», cuyos productos se exportaban a la India, al Imperio otomano y a Europa.
Estos talleres producían alfombras para los palacios y mezquitas del Sah y también para ser ofrecidas a los monarcas vecinos o a los dignatarios extranjeros, e incluso se realizaban piezas bajo pedido de la nobleza u otros ciudadanos.
Por un lado, se producen alfombras de lujosa seda, igualando las del siglo XVII.
Los materiales necesarios para la confección de una alfombra persa son la lana, la seda y el algodón.
Las lanas más reputadas proceden del Jorasán o de las tribus luras y kurdas.
La lana para teñir se coloca primero en un baño concentrado de alumbre que actúa como « mordiente ».
En ciertas alfombras, y en algunos lugares o en el fondo, es posible que la tintura cambie.
La urdimbre es el conjunto de hilos verticales tendidos entre los dos extremos del telar.
La trama sirve para apretar los nudos en hileras paralelas y garantiza la solidez de la alfombra.
Cada cuatro o seis hileras, el artesano realiza un primer corte del terciopelo.
Por el contrario, se cortará más larga si la calidad del anudado es menor.
Actualmente es habitual ver alfombras tejidas en Turquía o Irán usando uno u otro estilo.
Un maestro (ostad en persa), no forzosamente tejedor pero sí quizás pintor, dibuja el cartón.
Estas alfombras pueden mirarse desde cualquier punto de vista ya que sus dibujos no están orientados.
Este tipo de alfombras también está diseñado para ser mirado desde cualquier posición, pero su composición posee un elemento central dominante alrededor del cual se encuentran los motivos secundarios.
Estas alfombras están decoradas con elementos lineales (líneas verticales, horizontales y oblicuas).
El dibujo es muy simple y a menudo está formado por la repetición de un mismo motivo.
La diferencia entre las alfombras de los nómadas y las florales se debe al papel del « maestro » (ostad).
Encontramos los motivos siguientes: Las inscripciones y las fechas aparecen en los bordes de ciertas alfombras y son inscripciones diversas: versículos del Corán, versos, dedicatorias, fecha de fabricación, mención del lugar de producción… La alfombra siempre ha cumplido en Oriente una doble función, práctica y simbólica, cuyo sentido en la actualidad se pierde a veces.
Este motivo ampliamente preislámico se representa a menudo en las alfombras de oración persas.
Este tema también está asociado al paraíso y a las actividades espirituales, puesto que la caza se desarrolla a menudo en una naturaleza que puede evocar los jardines del paraíso.