En ese mismo año de 1939, el estadounidense Owen P. Churchill le compró una licencia a De Corlieu para fabricar sus aletas en Estados Unidos.
Owen Churchill comenzó así a comercializarlas bajo el nombre de «swimfins» y las propuso a la Armada de los Estados Unidos, quien las adquirió desde 1940.
[5] A las aletas se las usa especialmente en actividades que tienen que ver con los deportes acuáticos, como la natación, el bodyboard, la barrenada, el surf de rodilla, el hydrospeed y, naturalmente, el buceo, deporte al que están mayoritariamente destinadas.
Los buzos usan las aletas para moverse a través del agua más eficazmente porque los pies humanos brindan relativamente poco empuje, especialmente cuando el buceador lleva equipos que incrementan la resistencia hidrodinámica en el agua.
Las aletas largas y monoaletas son usadas por apneístas y por nadadores de competición como un método de impulso que en vez de requerir una cierta frecuencia de movimiento de las piernas (como sucede con las aletas individuales para cada pie) requiere una rítmica ondulación del cuerpo, similar a la que ejecutan los delfines y otros cetáceos para desplazarse.