Alejandro Oliveros
Lo diferencia el enfoque, pues para el autor valenciano se trata de una separación respecto al entorno, que presupone el destierro y la recreación mítica de la ciudad que es siempre el hogar.Su universo literario y crítico no parece divorciarse del desarrollo de un método tras la palabra que infunde a su obra un estilo delicado, cristalino y pasivo."El sonido de la casa" (Monte Ávila Editores, Colección Altazor, 1983) es una fusión lírica, pictórica y visual de las dos patrias del autor: Nueva York y Valencia.Su actitud visual parece tomar colores grises y diluirse en una emoción disolvente... "Las líneas del tren//no conducen a ninguna parte./El presente es diferente;/los cangrejos sueñan/y mueren sobre las piedras.///La corriente se devuelve./El ruido de las aguas/abraza la costa.Así el ritornello es siempre secular, la vida siempre se repite y la emoción en su obra patenta una gravedad por aquello que propicia la muerte que es la decadencia y la vejez en dos planos ominosos, el existencial donde el poeta se asume como algo eterno e invariable y el otro donde se evidencia la realidad corporal y física.Así su tema de fondo es realmente "el tiempo".