En 1936 graba un disco de cuentos para niños, que encarga la casa discográfica Fonit y con lo que gana deja las clases en el Instituto de Comercio y se traslada por un breve tiempo a Milán, donde estudia dicción.
Sin embargo, obtuvo el título más adelante, presentándose como alumno libre.
Luego seguirán otras tres películas dirigidas por Steno: Un día en el juzgado (1953), Un americano en Roma (1954) y Piccola posta (1955), en la que interpretará su personaje del joven un poco cobarde, oportunista, aprovechado, indolente, vago, infantil y anti-idealista que lo acompañará durante los años 1950.
Su popularidad se hace enorme, aunque en sus comienzos nadie creyera en él (los empresarios que alquilaban las películas, al principio, no querían que su nombre apareciera en los carteles porque opinaban que al público no le gustaba) y Alberto Sordi empieza a rodar entre 8 y 10 películas cada año.
Tras la conmovedora obra maestra de Mario Monicelli La gran guerra (1959) en la que representa a un soldado vago y escaqueador, que se ve obligado a morir como un héroe sin desearlo, demuestra que tiene un talento extraordinario cuando se sumerge psicológicamente en personajes dramáticos y a veces francamente grotescos.
Guido Tersilli, primario de la clínica Villa Celeste, en acuerdos con los seguros (1969) de Luciano Salce; el editor que sale a la búsqueda del cuñado perdido en África en Riusciranno i nostri eroi a ritrovare l'amico misteriosamente scomparso in Africa?
Con Monicelli recitará nuevamente en el doble, burlón y amargo papel sostenido en una olvidable comedia de 1981: Il marchese del Grillo.
La primera fue Fumo di Londra, basado en los convencionalismos de comportamiento y sociales de un italiano expatriado temporalmente (tema ya afrontado por Gian Luigi Polidoro) y Scusi, lei è favorevole o contrario?
Pero su película preferida, entre las dirigidas, es la melancólica Nestore, l'ultima corsa (1993), donde interpreta un cochero reacio a llevar su caballo al matadero.
Colabora además junto al periodista Giancarlo Governi, a partir de 1979, a realizar la apreciada transmisión Storia di un italiano, y no deja de participar en muchos programas de televisión (como Studio Uno, junto a la cantante Mina, en 1966) donde demostraba gran sarcasmo y buen humor.
Sordi también fue un gran seguidor del equipo de fútbol AS Roma.
La vida privada de Sordi fue siempre llevada con extrema discreción y reserva: ningún enlace sentimental oficial, ningún matrimonio contraído, vivió siempre en su casa junto con sus hermanas Savinia (muere en 1972) y Aurelia, con su hermano Giuseppe, su administrador y con la secretaria Annunziata que actualmente está encargada de sus archivos personales.