[1] En lugares donde las aguas subterráneas disponibles están fuera de los límites establecidos para considerarlas potables (en especial si contienen metales pesados como el plomo, mercurio, cromo u otras sustancias dañinas para la salud), se puede recurrir a la captación de agua de lluvia para consumo restringido, es decir para beber y para cocinar alimentos.
Donde: En otras palabras, el área de captación necesaria será: En la antigüedad, en los territorios del Imperio Romano, donde el clima era semiárido, como en la península ibérica y la península itálica; se construyeron grandes depósitos subterráneos donde el agua de lluvia se iba almacenando para su posterior consumo, bien humano o agrícola.
[2][3] Muchas de estas grandes obras hidráulicas continúan apareciendo y mostrando las técnicas de la ingeniería romana,[4] que había sustituido la piedra arenisca utilizada por los griegos por roca caliza.
Posteriormente el incremento de la demanda se suplió con un acueducto submarino, bombeando agua desde Nápoles, o alimentando tanques mediante buques cisterna.
Gracias a este método, cuentan con agua durante la temporada pluvial, que es de casi seis meses al año.