La regularidad del Beto lo llevaron a convertirse en uno de los jugadores más queridos por la gente, transformándose en un símbolo del equipo en los años 90.
A pesar de su larga carrera, conquistó un solo gol.
Defendió la camiseta del Matador entre 1992 y 2000, disputando 206 partidos, en los que se destacó tanto marcando punta izquierda como derecha.
Fue campeón del Clausura 1994 de Primera B.
Además, logró dos ascensos al Nacional B: 1995 y 1998.