Adolfo de Mentaberry

Comenzó su carrera diplomática como vicecónsul en la ciudad siria de Damasco,[1]​ en aquel momento parte del Imperio otomano.Tras la expedición en Oriente Próximo de Napoleón III Bonaparte se abrieron numerosas embajadas.Se le asignó a China para "difundir los principios civilizadores de las razas latinas y sajonas e imponerlos, si menester fuere, por medios pacíficos en la recalcitrante raza de cobre", según sus propias palabras.Adolfo fue muy crítico con el gobierno español, tras conocer ciudades coloniales de otras naciones, por el atraso tecnológico, social y cultural en el que se encontrarían ciudades como Manila, ante la nula presencia hispana en esta, pero también criticó la falta de una embajada en condiciones en Pekín.[4]​ También consideró inferior aspectos como el budismo o la música asiática, haciendo en sus libros comentarios criticando esta como "un remedio infalible contra el insomnio", "inarmónica" y "monótona".