Fue elegido al Salón de la Fama del Béisbol Cubano en 1939.
Cuando se instituyó el Templo de los Inmortales en Cuba hacia finales de los años 1930, Luján fue seleccionado en la primera votación.
La mejor de sus contiendas fue la de 1888, donde tiró y completó 15 juegos, ganó 11 y sólo perdió 4.
Su fabuloso promedio de 791, fue el más alto del circuito invernal en todos los tiempos.
Con excepción de su primera campaña (1882 - 1883) que la firmó con el Almendares, el resto de sus temporadas defendió el pabellón rojo del Habana.