Abrió una nueva era en las relaciones Sino-Portuguesas, ya que hasta entonces los portugueses estaban oficialmente excluidos del comercio en la región.
[1] En 1517 una embajada dirigida por Fernão Pires de Andrade a la Dinastía Ming falló y, después de conflictos en 1521 y 1522, el comercio se llevó a cabo como contrabando y se libró por las autoridades, que consideraban a los portugueses como «Folangji» (Francos), piratas.
Leonel de Sousa, Capitán Mayor del viaje a Japón,[2] había llegado a la costa de Guangdong en 1552, donde supo que todos los extranjeros podían comerciar mediante el pago de impuestos a los chinos, excepto los «Folangji», incluido los portugueses, entonces considerados como piratas.
La única evidencia escrita superviviente de este acuerdo es una carta de Leonel de Sousa al infante Louis, hermano del rey Juan III, fechada en 1556,[4][5] que establece que los portugueses se comprometieron a pagar los honorarios y a no erigir fortificaciones.
A este tratado le seguiría el reconocimiento de Macao como almacén oficial portugués en 1557.