[1] Según los historiadores, los romanos tuvieron que contentarse, en un primer momento, con usar el agua de lluvia conservada en cisternas.
Las cisternas privadas permanecieron sin embargo necesarias para los barrios más elevados como el de La Malga.
La longitud total del acueducto hasta Cartago, comprendía las diversas ramificaciones, y era de 132 kilómetros.
Sin embargo, la incuria de las diversas empresas a quienes fueron confiadas el mantenimiento y el aprovechamiento del acueducto, obligó al gran visir Kheireddine Pacha a conceder, en 1872, para treinta años, el aprovechamiento de las aguas de Túnez a los generales Mohamed Baccouche, Husseïn, Rustum y Mohamed.
Los resultados no fueron tampoco brillantes, debido a los numerosos abusos, y su aprovechamiento fue abandonado progresivamente.