SU porte, largo y esbelto, le hace reconocible en sus trepidantes vuelos en la espesura de los bosques que habita.
[2] Como los demás gavilanes, caza a sus presas en un vuelo rápido y bajo, en ocasiones rasante.
Se lanza a por sus víctimas tras un largo periodo de observación desde una percha.
Construye el nido en árboles, en su mayoría caducifolios, utilizando ramas finas y otros materiales para forrarlo.
Incuba durante 30-35 días una puesta que suele variar entre los 3 y los 5 huevos.