El concepto se definió en los países desarrollados inicialmente como “Servicio Universal”, pensado como el interés de llegar a cada ciudadano con una línea telefónica.
En la mayoría de los países se ha desarrollado una política para conseguir avances hacia la meta del AU.
Los sectores de población que han sido históricamente marginados de las TIC son los del ámbito rural (por el difícil acceso a las infraestructuras) y la población pobre en general (sin nivel adquisitivo que asegure el interés del mercado).
Por otra parte existe la opinión de que la meta del AU, siendo un problema mundial, debe ser resuelta en ese marco.
Se debe equilibrar a nivel mundial esta brecha redistribuyendo los recursos y el conocimiento del mundo desarrollado al resto.
Resumiendo, la financiación del AU se logra generalmente mediante una combinación de las siguientes alternativas: 1.- Obligaciones impuestas a los operadores por su participación en el mercado (desarrollo de red en zonas no rentables, o proyectos sin interés económico).
3.- Subsidios cruzados, y otros métodos, incluyendo iniciativas de gobiernos locales, cooperativas, ONG e instituciones internacionales.
En ocasiones esos fondos son desviados para atender otras urgencias o programas nacionales.
En otros casos, el fondo de AU simplemente no se ha desembolsado durante años.
En esta situación están incluidos Bolivia, Brasil, Ecuador, El Salvador, Nicaragua y Venezuela, donde el gasto ha sido “cero”.