Acariciando lo áspero

A la hora de entrar en el estudio, Federico Gil Solá ya estaba a cargo de la batería, acompañando a la dupla heredera de Sumo que conformaban (y aún conforman) Ricardo Mollo y Diego Arnedo; aunque algunos de los temas incluidos en él habían empezado a tomar forma ya en la época en la que el ritmo reposaba en manos de Gustavo Collado.

Gracias a una gran cantidad de canciones que se convertirían en clásicos argentinos, como las rockeras “El 38”, “Azulejo”, “Qué tal?” y “Ala delta”, y las más folklóricas como “El burrito” y “Cielito lindo”, este nuevo material los acercó un poco más a la masividad, que finalmente conseguirán con La era de la boludez algunos años después.

En Acariciando lo áspero la banda comenzaba a establecer su impronta con los dedos endiablados de Arnedo y la variedad sonora aportada por la guitarra de Mollo, yendo desde el funk, pasando por el blues, el punk y en cuanto estilo quieran abarcar.

Pese a ser un gran disco no obtuvo el apoyo esperado por parte de su compañía discográfica por falta de presupuesto, así fue como la banda tuvo que promocionarse a ella misma y realizó durante 1992 una serie de 13 conciertos en el Estadio Obras Sanitarias que resultaron todo un éxito aunque la cima de su carrera todavía estaría por venir.

Todas las canciones compuestas por Ricardo Mollo, Diego Arnedo y Federico Gil Solá excepto las señaladas.